Vivir en la calle y tener que desplazarse cada día para cubrir las necesidades básicas


Desplazarse cada día de un recurso a otro, a menudo a pie y con las mochilas encima. Esto es lo que tienen que hacer, diariamente, buena parte de las personas que viven en Barcelona, bien sea en la calle o en espacios municipales, para poder ir tirando, hecho que desgasta su salud física y mental. Hemos hablado con algunas de ellas para que nos expliquen qué recorridos siguen habitualmente.

A veces, los recursos que se ofrecen regularmente a las personas que duermen en la calle, no están cerca los unos de los otros, ni tampoco del lugar en que duermen. Esto, sumado a que gran parte de estas personas no disponen de billete para el transporte público, implica que deban hacer estos trayectos a pie cargando, a menudo, con las bolsas y mochilas donde guardan todos sus efectos personales. Por otra parte, también debe tenerse en cuenta que, algunas de ellas, pueden tener problemas de movilidad o de salud, derivados de la vida en la calle.

Hemos hablado con algunas de estas personas, para que nos expliquen qué circuito hacen habitualmente para ir a los recursos que les dan apoyo, como pueden ser comedores, centros con servicios de duchas y ropero, consignas y los espacios donde dormir o pasar un rato. Algunas viven en la calle y otras en alojamientos municipales, pero todas ellas recorren largas distancias cada día.

27 quilómetros

Paco duerme en la calle, en la zona de la Vall de Hebrón y cada día se desplaza, en metro o caminando, a diversas zonas de Barcelona para acceder a recursos determinados o a otros espacios con el fin de llenar las horas del día. Desayuna en un comedor social del barrio del Raval, algunos días, se acerca al Cafè Just de Càritas, cerca de Jaume I. Cada mediodía se desplaza hasta la Rambla Prim, en el Besós, para comer. Pasa algunas tardes en Arrels, donde se ducha o, a menudo, va a la biblioteca; cena en el Cafè Just y, al anochecer vuelve a la Vall de Hebrón donde duerme. La distancia que recorre cada día, sea en metro o andando, suma un total aproximado de 27 quilómetros.

19 quilómetros

Hasta hace poco Antonio dormía en el albergue municipal de Nou Barris. Se alojó allí durante 3 meses y, desde hace pocos días, vive en un piso compartido. Cuando dormía en el albergue desayunaba en el comedor social El Caliu, a unos 20 minuros a pie. Después pasaba algunas mañanas en la biblioteca de la Sagrada Família, donde llegaba en metro. Para comer, aún va a un comedor social en el Paralelo y, una vez termina la comida, algunas tardes acompaña gente mayor en un centro de día del Raval; luego viene a Arrels. Al anochecer volvía en metro hasta el albergue. Suma un total de 19 quilómetros, algunos caminando y otros en metro.

9 quilómetros

Ramon hace cuatro años que vive en la calle, en la zona del puerto de Barcelona, en un lugar donde se siente seguro. Todos los desplazamientos de cada día los hace andando, no dispone de billete de transporte. Cada día, al levantarse, va hacia la Barceloneta para lavarse. Después va al Raval para desayunar. Algunos días, por la mañana, está en Arrels donde los lunes y los jueves se ducha. Come en el comedor social de la Avenida del Paralel y, hasta las 16h que Arrels no vuelve a abrir, pasea por el barrio del Raval. Al anochecer vuelve hacia el puerto y, así, cada día. Suma un total de 9 quilómetros diarios, acompañado siempre de dos voluminosas mochilas.

Desplazarse para subsistir

Levantarse cada día y pensar donde tienes que ir a comer, a ducharte y a cenar. Y dirigirte al lugar caminando o a veces en metro. Esta es la rutina de subsistencia de muchas personas que viven en la calle. Desplazarse para buscarse la vida diariamente implica, a la larga, un desgaste psicológico y físico y deteriora, por ejemplo, el estado de los pies, ya que muchas personas no disponen de un calzado adecuado y en condiciones.

Además, en caso de que la persona no se encuentre bien, no puede quedarse en un sitio cómodo descansando, sino que ha de seguir moviéndose para cubrir sus necesidades básicas diarias. Además debe sumarse el hecho de cargar con las bolsas y mochilas de un sitio a otro, ya que no existen consignas de uso público en ningún lugar de Barcelona, sólo aquellas de los albergues municipales, disponibles para las personas que están alojadas en ellos. Todo esto dificulta que las personas sin hogar puedan pensar en futuro a medio y largo plazo.

El acceso a un hogar es el punto de partida para resolver esta situación, pero desde Arrels, para empezar, creemos que puede hacerse mucho más, por ejemplo facilitar la movilidad de estas personas de un recurso a otro o abrir más espacios y recursos mejor distribuidos en todos los barrios de la ciudad.

*Los quilómetros de los desplazamientos están calculados a través de Google Maps.

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