“Se agradece que la gente te dedique un poco de su tiempo”


Domènec ha estado muchos años entrando y saliendo de la calle, buscándose la vida en muchas ciudades españolas. Hemos querido saber su opinión sobre cómo los ciudadanos pueden ayudar a las personas que viven en la calle.

A veces a la gente le gustaría ayudar a las personas que ven en la calle y no saben cómo hacerlo. ¿Qué consejo les darías?
Quizás lo que más se agradece en esos momentos es que hablen contigo, que te den ánimos y dediquen un poco de su tiempo. También se puede orientar sobre los servicios sociales que hay en la ciudad, dar una dirección o un teléfono donde puedas ir o bien avisar a los servicios sociales que en tal sitio hay una persona que vive en la calle.

¿Crees que dar limosna es una manera de ayudar a estas personas?
No. Creo que es un error porque te acostumbras a recibir dinero de manera fácil y te lo gastas en todo menos en comer. El ‘dame para comer’ es falso.

¿Cuando una persona ha salido de la calle necesita apoyo para seguir recuperándose?
Una persona que ha vivido un tiempo en la calle siempre queda un poco tocado de moral y, como mínimo, necesita apoyo durante una buena temporada. Para algunos el proceso es largo y además la calle engancha y en cualquier momento puedes querer volver.

¿Por qué crees que la calle engancha?
En la calle no tienes ningún compromiso. Haces lo que quieres y siempre puedes comer. Cuando entras en un sitio debes cumplir un horario, ducharte… Aunque realmente estando en la calle no eres libre ya que dependes de cosas como, por ejemplo, de ver dónde comes; tú te piensas que sí lo eres y no quieres perder esta pretendida ‘libertad’.

¿Sentías rencor o algún otro sentimiento negativo hacia las personas que tenían un techo?
No. Cuando llegaba la noche era cuando me preocupaba dónde iría a dormir. De día como iba con una mochila, nada de bolsas o carritos, era como cualquier otro y no pensaba ni notaba nada de las personas que me encontraba. Además, yo tenía muy claro que acabar en la calle había sido una decisión mía y no culpaba a nadie.

¿Te molestaba cuando alguien se te acercaba para charlar un rato?
No es que me molestara pero lo que me pasa es que me gusta estar solo y procuraba no dar pie a que me hablasen cuando tenía estos momentos en que prefería la soledad.

¿Te agobiaba que se te acercaran para ofrecerte ayuda?
En absoluto, y tengo muy buenas experiencias. Desde el personal de las estaciones y lugares que frecuentaba, hasta mi contacto con los voluntarios de Arrels. Todos fueron muy amables conmigo y me ayudaron mucho. Eso sí, yo siempre procuraba ir limpio y no molestar a nadie.

¿Cómo lo hacías para ir limpio? ¿Utilizabas los servicios públicos?
Ir a los servicios públicos no me gustaba porque tienes que hacer cola y tengo poca paciencia. Nunca he pedido limosna y prefería lavarme, de madrugada, en una fuente pública. Siempre procuraba tener maquinillas de afeitar, champú y un espejito. La ropa que me gustaba la guardaba y la llevaba a lavar a una lavandería.

¿Te sentías bien tratado cuando ibas a los centros sociales, fuesen públicos o privados?
Sí. Nunca tuve ningún problema, y he dado muchas vueltas; he estado en albergues de diversas ciudades españolas. En algunos echaba una mano en algunas tareas.

Y ahora, ¿cómo te sientes?
Ahora estoy bien, vivo en un piso yo solo. Muchas veces para salir de la calle necesitas cambiar el chip: yo lo he cambiado y estoy contento con mi nueva situación.

Más información

Esta entrevista la encuentras también en el número 6 de la revista Arrela’t (pdf, catalán).

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