Arquitectura hostil

¿Qué és la arquitectura hostil?

Bancos individuales, bolas de hormigón, pinchos en el suelo, alféizares de ventanas inclinados, barrotes… Son algunos ejemplos de arquitectura hostil que encontramos en las grandes ciudades y que suponen una vulneración de derechos para las personas sin hogar.

Desde Arrels reivindicamos ciudades inclusivas y soluciones residenciales para que nadie tenga que dormir en la calle y te invitamos a visibilizar las barreras de tu entorno en las redes sociales con el hashtag #FemCiutatsInclusives y en este mapa colaborativo.

 

“Barrotes en los bancos del autobús, pinchos en el suelo, bancos individuales… ¿son la solución para no ver a las personas que duermen en la calle?”, se preguntan algunas personas que conocemos y que han vivido en la calle. Desde Arrels creemos que estas barreras arquitectónicas no son la solución porque el problema no desaparece, únicamente se traslada; conllevan dificultades añadidas para las personas y suponen una vulneración de derechos.

¿Cómo afecta la arquitectura hostil a las personas que viven en la calle?

  • Dificulta el día a día. Vivir en la calle significa no tener un espacio seguro donde descansar, guardar tus cosas, disfrutar de la intimidad… También significa tener que afrontar muchos riesgos día a día y las barreras arquitectónicas a menudo conllevan dificultades añadidas. Luís, que vive en la calle desde hace años, considera que son “horribles e incluso poco éticas”. Por otra parte, la ordenanza de civismo de Barcelona suma un obstáculo más y prohíbe “utilizar los bancos y asientos públicos para usos diferentes a los que están destinados”.
  • Incrementa el estrés y la ansiedad. Cuando vives en la calle debes afrontar día a día el miedo, la inseguridad y la falta de descanso. Con estas barreras se suma la sensación de que la sociedad te rechaza y el estrés de encontrar un nuevo lugar seguro donde dormir. “Para una persona que vive en la calle es desagradable a la vista (y en el cuerpo) ver que ponen pinchos en el lugar donde duerme”, comenta una persona que conocemos.
  • Supone una vulneración de derechos. Vivir en la calle significa tener que encontrar un espacio seguro en el que resguardarte y sentirte protegido. Cuando estas barreras lo impiden, se están vulnerando muchos derechos de la persona. Sin embargo, un señor que conocemos sigue durmiendo en el mismo portal donde lo ha hecho durante los últimos siete años, aunque hace unos meses le pusieron unas jardineras para que no se estirara. Cuando la Guardia Urbana le llama la atención porque las piernas le quedan en medio del paso, él contesta: “Córtadmelas si queréis y así no molestarán”.
  • Dificulta la localización por parte de los equipos de calle. Cuando una persona sin hogar se ve obligada a cambiar su sitio habitual se expone a perder el vínculo con los equipos de apoyo social que la visitan en la calle. Volver a localizar a la persona y restablecer el contacto puede suponer tiempo por la falta de vías de comunicación.
  • Criminaliza a las personas. Las personas no están en la calle porque quieren, sino porque no tienen un sitio donde vivir. Tampoco están en esta situación porque lo merecen ni porque se lo han buscado. Estas barreras, además de incomodar y dificultar la vida en la calle, criminalizan a las personas más vulnerables.
  • No actúa sobre las causas. Las barreras arquitectónicas, más que ofrecer soluciones, desplazan los espacios de descanso e invisibilizan una problemática social. “Es una manera triste de entender el espacio público, expulsando a la gente que tiene problemas, en lugar de resolverlos”, dice una persona que ha vivido en la calle.

Descubre historias de vida que se esconden detrás de la arquitectura hostil.

¿Y qué proponemos desde Arrels?

  • Reivindicamos ciudades amables y comprometidas, con espacios públicos acogedores e inclusivos. “En lugar de poner pinchos, pilonas y más barreras para que una persona no pueda dormir en la calle, que pongan más albergues y recursos”, reclaman diferentes personas que han vivido en la calle y que atendemos en Arrels.
  • Instamos a los partidos políticos a tener en cuenta a las personas sin hogar, a apostar por la vivienda, la prevención y las prestaciones dignas y a incluir soluciones al sinhogarismo en sus programas electorales.
  • Promovemos la sensibilización para romper prejuicios y explicar que las personas no duermen en bancos y portales porque quieren sino porque sus vínculos se han roto y no tienen ningún sitio a donde ir. Hay que tener en cuenta que salir de la calle es un proceso lento y que las soluciones no son a corto plazo.
  • Proponemos apostar por la mediación, hablar con la persona, no juzgarla, preguntarle qué necesita, pactar relaciones de convivencia, contactar con las organizaciones y servicios municipales de atención, orientarla hacia los recursos que puede utilizar… Recomendamos no esperar al invierno porque vivir en la calle es duro durante todo el año y es necesario prever las situaciones de emergencia.
  • Pedimos la implicación de la ciudadanía para reclamar soluciones a las administraciones, ofrecer alquileres a precios asequibles a entidades sociales, sensibilizar al entorno y colaborar para hacer posible #nadiedurmiendoenlacalle. Según una encuesta a la ciudadanía impulsada por Arrels en 2023, el 84% de la población considera el sinhogarismo un problema grave que es prioritario resolver.
  • Os invitamos a visibilizar ejemplos que encontréis en vuestro entorno utilizando la etiqueta #FemCiutatsInclusives en las redes sociales o publicando la fotografía y ubicación concreta en este mapa colaborativo.
  • Reclamamos el acceso a una vivienda digna y estable con apoyo social para que las personas que duermen en la calle puedan recuperar sus derechos. Mientras se avanza en este sentido, proponemos abrir espacios pequeños, seguros y acogedores por toda la ciudad para que nadie tenga que dormir en la calle.

¡Promovamos ciudades inclusivas!

Lo que nos gustaría es que las personas sin hogar pudieran hacer uso del espacio público como cualquier ciudadano o ciudadana y que, como sociedad, nos preocupemos para que todo el mundo tenga una casa donde dormir por las noches. Estamos convencidos de que conseguir #nadiedurmiendoenlacalle es posible, pero para ello son necesarias políticas de atención social y de vivienda dirigidas a las personas que viven en la calle y políticas de prevención para que nadie pierda su casa.