¿Te imaginas tener que recorrer 19 kilómetros cada día para subsistir?


¿Sabías que las personas sin hogar recorren grandes distancias todos los días? El hecho de tener que desplazarse para poder sostener las necesidades más básicas hace que muchas de ellas caminen mucho: a menudo, van a desayunar a un servicio, pasan el día en otra entidad, van a un comedor a comer y se duchan en otro recurso. A veces, no tienen dinero para tomar el transporte público, no pueden subir porque van con bultos o animales de compañía. Además, la dispersión de recursos hace que las personas que duermen en la calle y tengan algún problema de movilidad se vean excluidas de la red de atención.

“Caminar, una opción muy saludable”, “Caminar reduce la cintura”, “Caminar y salud”, “10 beneficios de andar todos los días”. Estos son los primeros resultados que nos da el buscador si ponemos la palabra “caminar”. Pero una acción que puede ser tan simple y beneficiosa como el caminar para una persona que tiene las necesidades básicas satisfechas, puede convertirse en todo un desafío para quien debe hacerlo por obligación.

Marwan se levanta cada mañana cerca del Aquárium de Barcelona, ​​el lugar donde suele dormir. Coge sus cosas y se va a la Estación de Francia, donde va al baño y se limpia un poco. Después, los días que tiene dinero, toma un café en algún bar y viene al centro abierto de Arrels, un espacio donde puede cargar el móvil, leer el periódico o charlar. Si está muy cansado porque ha pasado mala noche, a veces se estira un rato o pide una ducha. A la hora del almuerzo, se va al comedor social de Navas. Aunque hay otros comedores más cerca, va ahí porque es más tranquilo y está menos masificado. Después de comer, Marwan se estira un rato en un parque de interior de manzana, en el Eixample. Después vuelve a Arrels, donde acaba de pasar la jornada. Cuando llega la noche, va a comer a algún sitio donde le ofrezcan una comida o se compra una barra de pan. Por la noche, regresa al Aquárium. Busca un cartón y duerme en un saco. Ha recorrido 19,5 kilómetros en metro o a pie, para poder satisfacer sus necesidades más básicas.

Ésta es la realidad de muchas personas sin hogar que atendemos en Arrels. El hecho de tener que buscar soluciones todos los días para poder ir al baño, comer o ducharse hace que tengan que recorrer muchos kilómetros. “La mayoría de las personas que atendemos no tienen acceso al transporte público. Esto provoca que las personas acaben yendo a los servicios que estamos en el centro de la Ciudad, más masificados. Hay recursos públicos y privados en otros barrios de Barcelona, ​​pero no es fácil llegar a ellos para algunas personas”, explica Xavier, educador social del centro abierto de Arrels.

Agotamiento físico, frustración, sensación de no pertenecer al mundo tal y como está planteado, tener problemas de higiene y sufrir mucho calor en verano, son algunas de las consecuencias de tener que caminar todos los días del año, sean cuales sean las condiciones meteorológicas o el estado de salud. Las personas que atendemos a menudo no tienen el calzado y la ropa más adecuadas para andar y deben hacerlo cargadas con bolsas y mochilas, ya que no existen más que dos consignas de uso público en Barcelona. Una de ellas está en el centro abierto de Arrels, con mucha lista de espera. “Hay quien cada día camina con sus pertenencias. Nosotros, que tenemos una casa, caminamos con peso, a lo sumo, cuando vamos de vacaciones. Estas personas lo hacen cada día, cargadas con una mochila”, ejemplifican desde el centro abierto.

En el centro abierto de Arrels ofrecemos servicios para atender las necesidades básicas y aliviar el día a día de las personas que acompañamos: tenemos un ropero para cambiar la ropa y acceder a calzado adecuado; consigna para guardar las pertenencias; servicio de ducha y un espacio para descansar. Otro servicio que ofrecemos y hemos detectado como muy necesario es el de podología: muchas personas que duermen al raso tienen problemas en los pies, justamente por el hecho de tener que andar tanto y hacerlo sin un calzado adecuado. Este servicio, que ofrece una voluntaria en el centro abierto cada semana, también tiene mucha lista de espera.

Caminamos para llegar a todo el mundo

“Ir desde Nou Barris hasta el centro de Barcelona para coger una comida no es digno. Las personas que atendemos no caminan como nosotros, siempre lo hacen por obligación. Te obligan a caminar para ir a ducharte a las 10h en punto o para coger un bocadillo. Caminan por motivos por los cuales el resto de la gente no tenemos que caminar. Yo me ducho cuando quiero: imagínate si tuvieras que ir a ducharte fuera de casa en un horario concreto. Las personas sin hogar han perdido la posibilidad de escoger lo que hacen en su vida, además de toda una serie de derechos”, reflexiona Bob Walker, responsable del Equipo de Calle de Arrels.

El equipo de Bob también camina muchos kilómetros cada día, visitando a las personas que viven en la calle. “En algunos casos, visitamos personas que directamente han perdido la motivación de andar. No han conseguido mejorar su situación, salir de la calle, y su mundo acaba reduciéndose a 200 metros. Se han cansado de luchar por mantenerse limpios, por ir a buscar comida, por acceder a lo más mínimo. Ya no andan, no le ven el sentido”, explica.

El Equipo de Calle visita también a personas que no pueden desplazarse por problemas de movilidad. Estas personas ya no se desplazan, caminan lo mínimo o normalizan el andar con dolor, por ejemplo. Jordi es una persona sin hogar con problemas de movilidad. Con 72 años, va con muletas y lleva 10 años viviendo intermitentemente en la calle. Actualmente, duerme en el aeropuerto. “Cuando me levanto, bueno, más bien cuando me levantan (porque puede ser a las 6 de la mañana o a las 2 de la madrugada), desayuno un café de una máquina que es económica. Después cojo tres autobuses para hacer tiempo: uno que va a El Prat, me deja en la estación de tren y de allá sale el 21, que me deja en el Paralel. A las 9h voy a Arrels a ducharme, o cojo el H14 para ir al comedor, que está en el Besós. Voy ahí porque no tengo seguimiento social y me dan comida igualmente. También porque no me hacen hacer cola: tengo problemas en las piernas y no puedo estar de pie demasiado tiempo.

Cuando termino, voy a un centro cívico en el Besós, a cargar el teléfono y a charlar. Siempre hay uno u otro conocido. Después, vuelvo a tomar el autobús para ir al aeropuerto. Intento llegar lo más tarde posible, sobre las siete, siete y media. Para cenar, tengo un compañero que me comparte lo que le dan en el comedor. Yo no voy; si pudiera ir lo haría, pero entonces haría más kilómetros al día todavía. Y en los recursos hay unas colas impresionantes; desgraciadamente, cada día hay más gente que va a estos lugares”, explica. Jordi no tiene la tarjeta rosa, con lo que tiene que pagar cada mes para desplazarse. “Cuando estás en la calle, si no tienes tarjeta de transporte estás todo el día caminando o tienes que colarte en el metro. Haga mucho calor, llueva o haga frío, es nuestro día a día”, resume.

¿Qué es necesario hacer?

– En primer lugar, y mientras no se garantice el acceso a una vivienda digna a todos, es necesario abrir espacios de pernocta en cada barrio de la ciudad, donde las personas puedan descansar tranquilas y seguras, sin necesidad de desplazarse kilómetros.

También es necesario abrir más espacios de atención con consignas, duchas, comedores y lugares de estància, como el centro abierto de Arrels.

– Es necesario favorecer la movilidad de estas personas de un recurso a otro, otorgándoles facilidades para poder acceder al transporte público.

Abrir recursos mejor distribuidos por todos los barrios de la ciudad.

¿Quieres andar con una persona sin hogar?

El camino de una persona que vive en la calle hacia la mejora y la autonomía no puede realizarse en solitario. Las personas que atendemos desde Arrels necesitan, en primer lugar, de un vínculo humano que les haga sentir que sí importan. Además, necesitan servicios y recursos que se adapten a sus necesidades y que puedan acompañarlos en su proceso. Por eso, son necesarias políticas públicas bien dimensionadas y que puedan dar respuesta a las personas que viven al raso. También recursos como Arrels, que se sostiene gracias a la aportación de muchas personas que no están de acuerdo con que haya gente durmiendo en la calle.

Te invitamos a coger la mano de una de las personas que atendemos para andar juntos. Gracias a tu aportación, podremos desarrollar más y mejores servicios para las personas que viven al raso en Barcelona.

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