¿Cómo afectan las situaciones vitales traumáticas en las personas sin hogar?


Muchas personas han vivido situaciones vitales que les han generado traumas a lo largo de su vida, pero en el caso de las personas sin hogar esta realidad se da con más intensidad. Se trata de una cuestión que hay que tener en cuenta desde los servicios que las atendemos. El entorno psicológicamente informado es una de las metodologías existentes para hacerlo. Os lo explicamos.

Desde hace años, expertos en acompañamiento psicológico y emocional estudian qué es el trauma y las maneras como afecta a las personas. También desde hace un tiempo, algunos expertos hablan de la importancia de tenerlo en cuenta en la atención social a personas que viven situaciones de vulnerabilidad, como las personas sin hogar. Por eso, el pasado 21 de marzo hicimos coincidir en Barcelona a algunas de estas personas expertas, para reflexionar y aprender sobre trauma y sinhogarismo.

 

¿Qué entendemos por trauma?

“Trauma es la manera como nuestro cerebro subcortical responde a la amenaza, es cómo sobrevivimos a algo de lo que no podemos huir. Un fenómeno de desconexión social e interna”. “No es solo aquello que nos pasa sino también aquello que no ha sucedido: todo un goteo de momentos y lo que ha faltado en la relación con el otro”.

Así explican qué es el trauma Mario Salvador, director del Instituto de Psicoterapia de Integración del Trauma Alecés, y Paola Martínez, psicóloga clínica especialista en trauma y disociación. “Cuando ha habido hechos devastadores o difíciles en relación con los otros, podemos esperar que las personas crezcan temiendo al otro, desconfiando”, detalla Paola Martínez.

Buena parte de estas experiencias vitales traumáticas se viven durante la infancia e impactan en la vida de la persona para toda la vida. Según el psicoterapeuta, psicoanalista y director de la organización británica Community Housing and Therapy, Peter Cockersell, “cuantas más experiencias adversas hay en la niñez, más posibilidad de enfermedades orgánicas y mentales y más posibilidad de situaciones de vulnerabilidad”. Para Cockersell, cuando la exclusión social empieza en los primeros años de vida, afecta al individuo de forma profunda.

 

El trauma compuesto y las heridas relacionales

Las personas expertas que el pasado 21 de marzo nos hablaron sobre trauma y sinhogarismo incidieron en la importancia de las relaciones en la construcción de las personas, durante la infancia y también en la vida adulta. “Son el equivalente psicológico a respirar”, afirma el doctor y psicólogo clínico Adam Burley. “Por un lado, existen las relaciones externas, nuestra capacidad de estar vivos y la dependencia que esto tiene con nuestra capacidad de mantener vínculos con las personas. Por otro lado, están las relaciones internas, que se crean en nuestra mente fruto de las relaciones que hemos tenido en el mundo interior. Es decir, si en tu mundo externo hay amenazas, en tu mundo interno también las habrá”, detalla.

En este sentido, Burley introduce el concepto de herida relacional, a consecuencia de haber sufrido determinados traumas vitales, adversidades y dolor. Y advierte: “Son heridas que no generan tanta simpatía como las heridas físicas, son más invisibles”.

Así mismo, hay estudios sobre la relación entre trauma y sinhogarismo que indican que hay unos niveles elevados de trauma entre las personas que viven en la calle, antes y después de empezar a vivir al raso. Es lo que el doctor Cockersell denomina trauma compuesto, una sucesión de situaciones traumáticas que se repiten en diferentes momentos de la vida.

 

¿Cómo afectan los traumas en las personas que viven en la calle?

En el caso de las personas sin hogar, se detectan diferentes traumas a lo largo de su vida como la pérdida de los referentes familiares, quedarse sin hogar, la pérdida de la salud a causa de la vida en la calle, etc. Son situaciones estresantes que pueden llevar a una persona a vivir a la intemperie y también son acontecimientos traumáticos que pueden surgir y ser consecuencia del hecho de no tener un hogar.

Según Peter Cockersell, se trata de situaciones de trauma compuesto que, cuando vives en la calle, “hacen que tu cuerpo esté en alerta constante, sea difícil procesar las emociones y relacionarte y, a veces, actúes de una manera no aceptada socialmente”. Se trata de impactos del trauma que generan todavía más exclusión.

En este contexto, a veces, y para distraer el dolor, aparece el consumo de alcohol o droga, “de sustancias que pueden hacer un poco de analgésico”, dicen Paola Martínez y Mario Salvador. La adición es el intento de solucionar el problema, pero provoca otro.

 

Los entornos psicológicamente informados como alternativa

Adam Burley, Peter Cockersell, Paola Martínez y Mario Salvador hablan de cómo surge el trauma y de cómo afecta a las personas, pero también ponen énfasis en la respuesta que se puede dar desde los servicios y recursos que habitualmente acompañamos a personas sin hogar. Porque el trauma se puede trabajar y no determina a la persona.

“Las personas que cuidamos podemos ayudar a restaurar, a hacer que la persona deje atrás la caverna en la que se ha refugiado. Para eso, es necesario construir relaciones seguras y afectivas, ambientes seguros y afectivos”, indica Mario Salvador.

Cuando se habla de ambientes seguros y afectivos se habla de espacios en los que de manera habitual atendemos y ofrecemos servicios a las personas que viven en la calle: cualquier centro privado o público que ofrece servicios básicos como ducha o consigna, centros residenciales donde viven personas sin hogar, oficinas de servicios sociales, centros de protección a la infancia, servicios de salud mental, etc. Lo más importante es el cambio de mirada en estos espacios, saber que las personas con las que trabajamos han tenido una experiencia de vida diferente y se comportarán según aquello que han vivido, y ofrecer una atención que tenga en cuenta las necesidades psicológicas y emocionales de las personas. Es lo que se denomina Entornos Psicológicamente Informados, un proceso de cambio cultural en el espacio y el servicio que permite crear unas relaciones de apoyo constructivas.

Algunos de los principios que conforman los Entornos Psicológicamente Informados son:

  • Necesidad de tener conocimientos sobre trauma compuesto y sobre los vínculos y el apego.
  • Formar a los equipos profesionales para llevar a cabo el acompañamiento desde la mirada de los Entornos Psicológicamente Informados.
  • Gestión de las relaciones.
  • Habilitar los espacios físicos y pensarlos desde una mirada más horizontal e igualitaria.
  • Acceso a servicios de salud emocional y psicológica.
  • Confiar en las personas que vienen al recurso y en su capacidad de hacer cosas.
  • Revisar de manera continuada qué se hace y cómo se hace, con una mirada de servicio y de toda la entidad; en este sentido, es necesario también cuidar de las personas cuidadoras.

“Los efectos que ha supuesto aplicar el entorno psicológicamente informado en todos estos contextos nos ha llevado a una reducción en el número de incidentes, menos exclusión de las personas, reducción de las hospitalizaciones y las visitas a urgencias, así como una mejora en la autoestima de las personas, en su bienestar mental y en sus relaciones sociales”, resume el doctor Peter Cockersell.

A los Entornos Psicológicamente Informados se añaden alternativas que también pueden aprovecharse desde los recursos que acompañamos a personas sin hogar, para ayudarlas a abordar situaciones vitales traumáticas. Mario Salvador destaca las terapias “que implican el cuerpo y que se basan en enfocar la mente en el momento presente”. La idea es “ayudar al cerebro a concentrarse en el momento actual, a saber que aquí tiene un espacio de seguridad”, complementa Paola Martínez.

 

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