Ofrecer una vivienda digna y estable a personas que han vivido en la calle es uno de los pilares del acompañamiento de Arrels a personas sin hogar. A día de hoy alojamos 133 personas en 98 pisos y 74 más en otros recursos. 51 de los pisos provienen del mercado de alquiler privado, pero cada vez nos cuesta más encontrar nuevas viviendas. El aumento del precio de los alquileres y la falta de vivienda pública son el motivo. En Barcelona cada vez hay más personas que viven en la calle y, por primera vez, tenemos dificultades para poder alquilar más pisos.

Robert, Sharon, Armando y Abderrahman son personas que vivían en la calle en Barcelona y los últimos meses han empezado a vivir en pisos de Arrels. Proporcionar alojamiento de manera estable a personas que han vivido en la calle es uno de los pilares de nuestro acompañamiento. “Es la mejor manera de normalizar y dignificar la vida de la persona”, explica Ester Sánchez, responsable del programa de apoyo a la persona. La estabilidad, la confianza y la seguridad que ofrece tener un piso –sobre todo si es individual— es fundamental para que las personas que han vivido en la calle recuperen la autonomía y la confianza. Por eso es tan importante que tengan la certeza de que la vivienda será para toda la vida, al igual que nuestro acompañamiento, durante el tiempo que haga falta. Este compromiso convierte en gasto estructural de Arrels cada uno de los nuevos pisos que incorporamos.

Este 2019 el gasto en alquiler de los pisos será un 20% más elevado que el año pasado (en 2018 destinamos 333.410 euros). El aumento se debe a que tenemos siete pisos más y al encarecimiento del precio de los alquileres, un hecho que nos preocupa y nos limita. “Hasta ahora hemos tenido la capacidad de asumir más gasto, pero por primera vez nos planteamos no coger más pisos porque quizás no los podremos pagar, estamos llegando al límite”, afirma Ferran Busquets, director de Arrels.

Jordi Gironella, voluntario de Arrels encargado de la búsqueda de pisos, explica que en Barcelona “un piso que hace tres años el podíamos alquilar por 450 euros ahora lo encontramos por 700”. “Los precios se encarecen año tras año y desde la crisis se ha ido agravando el problema”. La situación cada vez es más complicada. El precio medio de alquiler en la ciudad de Barcelona supera los 950 euros: un 9% más que hace dos años y un 35% más que hace cinco. Esta dificultad para encontrar pisos se agrava por la carencia de vivienda pública en la ciudad: este 2019 no hemos podido incorporar ningún piso público.

Pisos pequeños por encima del precio de mercado

“No hay pisos en Barcelona que se adapten a nuestras necesidades”, asegura Jordi Gironella. El aumento de los precios está ligado a otra problemática, la falta de oferta de pisos que encajen con el presupuesto y, al mismo tiempo, las necesidades de las personas que atendemos: viviendas pequeñas de 30 o 40 metros cuadrados, con cédula de habitabilidad, que tengan una parada de metro cerca y que dispongan de ascensor. Estos requisitos son muy importantes, “no podemos aislar a la persona y dejarla sin comunicación. El alojamiento debe tener un acceso fácil ya que muchas personas son grandes y tienen problemas de movilidad “, apunta Ester Sánchez. Cada semana Jordi Gironella rastrea las principales páginas web que ofrecen pisos de alquiler y constata que “los pisos baratos que buscamos tienen mucha demanda y cuando hay alguno que nos interesa debemos ir volando”.

En Barcelona los pisos pequeños tienen un coste por metro cuadrado superior a la media, que actualmente es de 13,75 euros/m2, según datos del Ayuntamiento. La mitad de los pisos que alquilamos en el mercado ordinario superan el precio medio de la ciudad y ocho de ellos están por encima de los 20 euros/m2. Actualmente el piso más caro que alquilamos, en el distrito de Sants-Montjuïc, cuesta 950 euros al mes y tiene 40m2. En este mismo distrito está el piso más pequeño: 20m2 y un precio de 400 euros mensuales.

Irnos de Barcelona tiene consecuencias

“Como los alquileres se han elevado tanto en Barcelona nos vamos a otras ciudades”, explica Gironella. Actualmente Arrels alquila pisos en L’Hospitalet de Llobregat, Badalona, ​​Santa Coloma de Gramenet, Vilassar de Mar, Granollers y Rubí. Recurrir a municipios cercanos es la única alternativa que tenemos para seguir ofreciendo alojamiento, pero esto no siempre beneficia a las personas que atendemos. Alojarse lejos y en un lugar desconocido dificulta su proceso de arraigo ya que, además de recuperar la autonomía, la confianza y la autoestima, tienen que volver a hacer vínculos y adaptarse a un nuevo entorno.

Seguimos apostando por el alojamiento estable, ¿nos ayudas?

En Barcelona hay 1.200 personas viviendo en la calle, una cifra que va en aumento, al igual que las personas que atendemos en el centro abierto de Arrels. El aumento del sinhogarismo y los precios de los alquileres son dos de las caras de la vulneración del derecho a la vivienda. Desde Arrels no nos cansamos de explicar que es posible conseguir que nadie tenga que dormir en la calle y por eso reivindicamos más vivienda pública –en la ciudad no llega al 2%— y políticas y recursos que miren a largo plazo. Mientras tanto, queremos seguir ofreciendo alojamiento estable a personas sin hogar. “Si la ciudadanía no nos ayuda tendremos que poner el freno, necesitamos apoyo para tener más capacidad de acción y poder ofrecer más vivienda“, afirma Ferran Busquets.

Este 2019 también hemos tenido que hacer frente a las obras de la Llar Pere Barnés, con un coste de 600.000 euros. La calle deteriora la salud –tanto física como mental— y estas obras nos permitirán ampliar la Llar y disponer de 41 plazas en este recurso para personas que necesitan atención las 24 horas. El conjunto del trabajo de Arrels es posible gracias a la colaboración de más de 4.700 personas socias y donantes, pero necesitamos más apoyo de la ciudadanía para llegar más lejos.

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