Karim sueña con un trabajo de cocinero que le permita dejar la calle. Nasser quiere volver a su país pero no puede hacerlo porque le han robado el pasaporte. María hace dos meses que vive en la calle porque la han desahuciado de su casa. Y Abdul lucha para encontrar una habitación donde poder descansar. Los cuatro duermen en las calles de Barcelona y forman parte de las 322 personas que esta noche nos han explicado su situación, en el marco del censo de personas que duermen en la calle que impulsamos desde Arrels.

Hace dos semanas que Karim ha vuelto al portal de Poble-sec donde dormía habitualmente. Son las dos de la madrugada pero, aún así, quiere responder a la encuesta que le hace un equipo de tres voluntarios: ¿Desde cuándo duermes en la calle? ¿Has sufrido agresiones? ¿Cómo estás de salud? ¿De quién recibes ayuda? Karim no está solo. A su lado hay otra persona que duerme tapada con una manta. Nos cuenta que viene de pasar cuarenta días en prisión y que ahora comparte su lugar de siempre con un señor de la India a quien encontró durmiendo allí cuando volvió. Karim tiene 37 años y nació en Pakistán, aunque conoce muy bien la ciudad porque hace 16 años que vive en Barcelona. Trabajaba de cocinero pero perdió su empleo y hace tres años que está en la calle. Su sueño es volver a trabajar entre ollas y fogones.

Veinte metros más allá, Nasser charla con tres voluntarios más. Hace siete meses que vive en la calle en Barcelona. Estaba de paso en su trayecto desde Bélgica hasta Marruecos, su país de origen, pero le robaron el pasaporte y no ha podido seguir el camino. Nos enseña la denuncia que quiere presentar a la policía pero en la solicitud le piden un domicilio y está preocupado porque no tiene ninguna dirección que poner. Esta noche su cama es un cartón en el suelo y una manta le hace de colchón.

Esta noche, unas 350 personas voluntarias hemos recorrido las calles de una treintena de barrios situados principalmente en los distritos de Ciutat Vella, Eixample, Sants-Montjuïc y Sant Martí para hablar con las personas que duermen al raso. La acción se enmarca en el censo de personas que duermen en la calle, que tiene como objetivo conocer de primera mano cómo se encuentran, detectar situaciones de vulnerabilidad y orientar en la mejora de los recursos y las políticas que ya existen. Esta noche, hemos encontrado 830 personas durmiendo en la calle y 322 de ellas han querido responder a las preguntas que les hemos hecho.

 “Quiero alquilar una habitación donde poder descansar”

“Quiero conseguir una habitación por mi cuenta, un lugar donde estar tranquilo y poder descansar”, nos explica Abdul. Hoy es la tercera noche que duerme al raso después de que lo echaran del piso okupado donde vivía. Acostado sobre un cartón y tapado con una manta comenta que se ducha en un gimnasio del barrio y que ya tiene cita en Barcelona Activa para empezar a buscar trabajo. A pesar de su energía, nos impacta como resume las barreras que está encontrando en la búsqueda de vivienda: “Nadie quiere alquilar una habitación a un marroquí”.

En la zona donde duerme Abdul viven tres personas más, y otras 12 personas, como Karim y Nasser, lo hacen en las calles más cercanas. En tres horas, seis voluntarios que han recorrido esta pequeña zona del Poble-sec han entrevistado a siete personas sin hogar.

En Barcelona hay 956 personas durmiendo en la calle. La cifra está actualizada porque hace unas semanas se realizó un recuento en la ciudad pero se trata de una cifra de mínimos porque mucha otra gente duerme escondida y no la vemos. De todas estas personas sabemos pocas cosas, por eso hace dos años que desde Arrels organizamos el censo y este año lo hemos vuelto a repetir. El censo de 2017 recogió la voz de 358 personas que dormían en la calle y dejó ver que el 75% sufrían una situación bastante o muy vulnerable y un 31,6% afirmaban haber sido víctimas de agresiones físicas y / o verbales.

“Tener que dormir en la calle te deja el corazón arrugado”

“Tener que dormir en la calle te deja el corazón arrugado”, explica María, a quien han desahuciado de su casa y vive en la calle desde hace dos meses. “Al minuto de estar en la calle ya tienes el estigma y la vida se te complica absolutamente”.

En el Clot hemos entrevistado a un hombre que hace unos días salió de la cárcel y la prestación que recibe no le alcanza para pagar una habitación ni una pensión. Tiene más de 70 años y en unos días es su cumpleaños.

Las historias que hemos conocido esta noche hablan de desprotección, de precariedad, de vulnerabilidad y de muchas personas que han dejado atrás su país y que ahora duermen en la calle. La mayoría de las personas que hemos entrevistado en esta pequeña zona de Poble-sec, por ejemplo, proceden de países tan diversos como Bulgaria, Marruecos, Pakistán o Rumanía.

“No tendría que ser una noche, sino cada día y cada noche”

El censo de personas que duermen en la calle ha sido posible gracias a la implicación de unos 350 voluntarios y voluntarias. Hemos salido en grupos de tres personas, cada una con un rol diferente como preguntar, tomar nota de las respuestas y registrar la localización en la app de Arrels. La experiencia significa una oportunidad de sensibilización e implicación en primera persona.

“Noches como hoy representan una experiencia muy enriquecedora de convivencia y de tolerancia, que te abre los ojos y te da mucho más de lo que esperas”, explica una pareja de voluntarios. Muchas voces coinciden: la mirada les ha cambiado porque se han encontrado “personas como tú y como yo, amables y colaboradoras que han compartido momentos muy íntimos con personas totalmente desconocidas”.

“Me ha impactado una entrevista a un hombre que está en la calle porque hace un año que perdió a sus padres y no pudo seguir pagando la hipoteca”, explica un voluntario. Y otra voluntaria resume el reto: “No debería ser una noche, debería ser cada día y cada noche cuando nos preocupemos por las personas que viven en la calle”.

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