La mitad de las personas que viven en la calle en Barcelona hace más de dos años que están en esta situación


El número de personas que hace dos años o más que viven en la calle en Barcelona ha aumentado del 33% al 47% entre los años 2019 y 2021. La cifra nos preocupa porque significa un empeoramiento de su situación y porque 4 de cada 10 de estas personas no están recibiendo una atención social. Lo recogemos en el informe Vivir en la calle en Barcelona. Radiografía de una ciudad sin hogar, hecho a partir de 289 entrevistas realizadas el año pasado.

¿Quién vive en la calle en Barcelona? ¿Cuánto tiempo hace que las personas viven al raso? ¿Tienen ingresos? ¿Han vivido en centros de acogida a la infancia y la adolescencia? ¿Han sufrido agresiones mientras pasaban la noche en la calle? ¿Reciben atención por parte de algún trabajador/a social? La noche del 10 al 11 de junio del año pasado salimos por las calles de Barcelona y entrevistamos a 289 personas que vivían al raso. De sus respuestas nace el informe Vivir en la calle en Barcelona. Radiografía de una ciudad sin hogar.

La persona más joven que encuestamos tenía 18 años y procedía de Gambia. Llegó a Barcelona para buscar trabajo y entró en un centro de acogida y protección a la infancia. La noche que la entrevistamos hacía dos meses que vivía en la calle. La persona más mayor con la que hablamos tenía 77 años, era de Marruecos y llegó a Barcelona buscando oportunidades de mejora. La noche que la encontramos no estaba empadronada, no tenía tarjeta sanitaria ni había tenido contacto con ningún trabajador/a social en los últimos meses; hacía un año que vivía en la calle.

En general, de todas las personas que entrevistamos sabemos que:

  • el 91% son hombres, el 7% son mujeres y un 2% se identifican con otras identidades de género o no respondieron;
  • de media, hace 4 años y 8 meses que viven a la intemperie;
  • el 30% han nacido en Cataluña y el resto del Estado, el 27% proceden de países comunitarios y el 41% de países extracomunitarios;
  • casi la mitad llegaron a Barcelona para buscar trabajo pero el 73% no tiene ningún ingreso.

El 47% de las personas hace más de dos años que viven en la calle

Hay una relación directa entre vivir más tiempo en la calle y sufrir un deterioro más grave, con los consecuentes problemas para la salud y los riesgos de sufrir violencia. Lo detectamos en un informe anterior que recogía datos entre los años 2016 y 2019 y en el que afirmábamos que, a partir de los seis meses de vivir en la calle, aumenta el número de personas que están en una situación de vulnerabilidad mediana y alta.

Esta realidad la volvemos a constatar en la última encuesta hecha en 2021, los resultados de la cual muestran una grave situación: el número de personas que hace más de dos años que viven al raso en Barcelona ha pasado del 33% al 47% entre los años 2019 y 2021. Es decir, su situación se ha estancado, ha empeorado y no hemos sido capaces en la ciudad de generar recursos y políticas que lo reviertan y que realmente transformen su situación.

En concreto:

  • Ocho de cada diez personas que viven en la calle desde hace 2 años o más tienen una situación de vulnerabilidad mediana o elevada.
  • Casi la mitad de las personas (48%) dice tener algún problema de salud, tres de cada diez afirman tener enfermedades crónicas y el 44% explica que ha necesitado ir a las urgencias médicas durante los seis meses previos a la encuesta.
  • El 45% de estas personas ha sufrido agresiones físicas y/o verbales.
  • Un 41% dice que no ha recibido atención social por parte de un trabajador/a social y un 55% explica que sí que lo ha recibido, en los seis meses anteriores a la encuesta.

Estos porcentajes son superiores a los que presentan las personas que viven en la calle desde hace menos de dos años y nos alertan de la urgencia de recursos y políticas que realmente transformen la situación de las personas.

“La percepción es que la vulnerabilidad de estas personas que hace más de dos años que viven en la calle va en aumento. Y eso es preocupante, porque a medida que se incrementa el tiempo en la calle se incrementan los riesgos, como la posibilidad de agresiones”, explica Bea Fernández, responsable del Servicio Jurídico de Arrels.

 

El estado de salud dificulta el acceso a los recursos de alojamiento

Como decíamos, cuanto más tiempo vive una persona en la calle, más se deteriora y se estanca su situación. El estado de salud es un indicador de todo esto.

El 43% de todas personas que entrevistamos la noche del censo nos explicaron que tienen algún problema de salud física, mental o emocional. En concreto, un 26% de todas las personas encuestadas dice tener alguna enfermedad crónica que afecte el hígado, los riñones, el corazón, el estómago o los pulmones; y un 18% de las personas dice que tienen alguna enfermedad mental o trastorno que le impida hacer una vida independiente. Esta última cifra sobre salud mental percibida es el doble que la del año 2019.

El hecho de vivir en la calle deteriora el estado de salud y pone en riesgo la vida de las personas. El 40% de las personas que entrevistamos, de hecho, afirma haber visitado los servicios médicos de urgencias durante los seis meses previos a la encuesta.

También llama la atención que casi un tercio de las personas entrevistadas dice que han tenido problemas para mantener un recurso de alojamiento o bien lo han perdido o las han echado porque tenían problemas de salud física o mental. El 16% de las personas, por ejemplo, dice que alguna vez ha tenido que abandonar el recurso donde dormía por un problema de salud física. Se trata de datos que indican la importancia de adaptar los recursos de alojamiento a las necesidades de las personas que viven en la calle.

 

Un 44% no han sido atendidas por un trabajador/a social

Desde el inicio de la pandemia, más de 1.300 personas han venido a nuestro centro abierto explicando que empezaban a vivir en la calle o que vivían desde hacía poco al raso y que no sabían dónde pedir ayuda. La mayoría de estas personas ha expresado más de una demanda, muchas relacionadas con necesidades básicas como poderse duchar o cambiarse de ropa, pero también necesidades vinculadas al acceso a un trabajo digno y al sistema de protección oficial.

De las 289 personas entrevistadas la noche del censo, un 44% nos explicó que no había tenido contacto con ningún trabajador/a social durante los seis meses previos a la encuesta y un 49% respondió que sí había sido atendida. Si nos fijamos en la población más desatendida según la edad, detectamos que en todas las franjas hay un porcentaje elevado de personas que no tienen acceso a apoyo social, pero son las personas más jóvenes las que menos tienen. En concreto, si nos fijamos por franjas de edad, un 79% de las personas de entre 18 y 25 años dice no haber recibido atención social. En el caso de las personas de origen extracomunitario, la cifra de personas no atendidas es del 52%. Además, casi la mitad de las personas (47%) que hemos encuestado dice no estar empadronada en Barcelona.

El 36% de las personas jóvenes han vivido en centros de protección a la infancia

De las 289 personas que hemos entrevistado, el 13% ha vivido en un centro de acogida cuando eran niños, niñas o adolescentes. Pero si nos fijamos en las personas que entrevistamos y tienen entre 18 y 25 años, el porcentaje aumenta hasta el 36%. Los datos ponen de relieve una grave deficiencia del sistema de protección social hacia la infancia y la juventud, ya que muchos jóvenes acogidos en centros se ven abocados a vivir en la calle y en situaciones de sinhogarismo al cumplir la mayoría de edad. El 57% de estos jóvenes, además, nos ha explicado que carece de tarjeta sanitaria y padrón mientras que el 29% dice que, viviendo en la calle, ha sido víctima de agresiones y violencia.

 

Aumentan las personas que viven en la calle y que han pedido asilo

De todas las personas migradas que viven en la calle en Barcelona y que hemos entrevistado, el 17% nos ha explicado que ha solicitado asilo en el Estado español. Como el resto de datos del informe, se refieren al año 2021. Esta cifra del 17% casi triplica la del año 2016, cuando un 6% de las personas que vivían en la calle y que entrevistamos nos dijo que había pedido asilo. Todas estas personas proceden de 25 países diferentes y no destaca ninguna procedencia por encima de otra. Si nos fijamos en el género, destaca que el 25% de las mujeres de origen extranjero ha pedido asilo. Desde Arrels creemos que todas estas cifras ponen sobre la mesa grietas del sistema de protección a las personas solicitantes de asilo.

 

Motivos estructurales que llevan a vivir en la calle

Las preguntas que hicimos la noche del censo apuntan a la situación individual de cada una de las personas, pero también dejan entrever motivos estructurales. Casi tres cuartas partes de las personas entrevistadas no tienen ningún tipo de ingreso y solo una cuarta parte dice tener ingresos regulares. Las personas migradas son las que menos ingresos tienen: solo el 15% de las personas de origen comunitario y el 11 de las extracomunitarias. En general, ser migrada es un factor estructural de desigualdad que puede llevar a la exclusión; de todas las personas que viven en la calle y que entrevistamos el año pasado, siete de cada diez son migradas.

“Durante los años de pandemia se ha cronificado la situación de las personas que viven en la calle en Barcelona. Las plazas de alojamiento siguen siendo  insuficientes y las personas sin hogar no pueden ir directament a pedir plaza. No disponer de un seguimiento social continuado es un factor que incrementa la cronificación de estas personas. Pero también vemos otras carencias en el sistema de protección social”, explica Bea Fernández.

¿Qué proponemos?

El sinhogarismo es una problemática que hay que abordar de manera coordinada entre todas las administraciones. Los municipios, sin embargo, son una pieza fundamental para poner en marcha políticas y recursos de atención y prevención, y Barcelona –ciudad protagonista de este informe- es la ciudad donde más vecinos y vecinas viven al raso.

En este contexto, proponemos:

  • A corto plazo, abrir espacios pequeños diurnos y nocturnos donde las personas accedan a servicios básicos y puedan pasar la noche protegidas.
  • Crear equipos profesionales de salud orgánica desde la administración para atender a las personas directamente en la calle y ayudar a recuperar su vinculación con el sistema sanitario.
  • A medio y largo plazo, hay que habilitar mecanismos de prevención para que nadie pierda su casa, tener el derecho a la vivienda como punto de partida para acceder a otros derechos y agilizar los trámites y la burocracia para obtener la documentación básica como el padrón y la tarjeta sanitaria.
  • También pedimos una ordenanza de convivencia y civismo en Barcelona que no criminalice en su redactado a las personas que viven en la calle.

 

Más información:

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