El metge Daniel Roca és expert en salut i sensellarisme

El doctor Dani Roca es médico de cabecera en el Centro de Atención Primaria Drassanes y el Centro de Atención Sociosanitaria-Sala Baluard, en el barrio del Raval. Huye de limitarse a recetar un medicamento e insiste en hacer una atención integral a la persona para evitar situaciones de deterioro. Cree que el sistema debería ser más inclusivo y no dejar fuera las personas que viven en la calle, de las que asegura que no se respetan sus derechos y que son invisibles para la sociedad.

Daniel Roca es experto en salud y sinhogarismo y ha aportado su mirada y experiència en el informe Vivir en la calle en  Barcelona. Radiografía de una ciudad sin hogar y que puedes leer aquí en catalán.

Cuando una persona está en la calle, su salud empeora mucho. ¿Cuáles serían los perfiles más vulnerables?
Desde el punto de vista de la enfermedad, lo clasificamos en cuatro grandes grupos: enfermedades crónicas, al igual que la población en general, pero con un control más malo. Por ejemplo, una diabetes o una hipertensión. Segunda gran rama: enfermedades infecciosas; aquí hablaríamos de hepatitis víricas, VIH, enfermedades de transmisión sexual, tuberculosis. Tercera: adicciones y patología mental. Muchas veces caer en una adicción es la consecuencia adaptativa de estar en la calle, o en ocasiones es la adicción previa que ha desestructurado tu entorno y te lleva finalmente a la calle. Es difícil saber si es primero el huevo o la gallina, pero sabemos que coexiste. El hecho de estar sin techo coexiste con una mayor incidencia de adicciones. La cuarta rama sería accidentabilidad, todo lo que es patología accidental y traumática. Vivir en la calle no sólo es pasar frío y estar durmiendo en un suelo duro, sino que significa estar expuesto a posibles agresiones, a que te roben, a que te agredan.

¿Hay un perfil mayoritario?
Estar en la calle es como estar en la jungla. Hay gente con más capacidades adaptativas que es capaz de sobrevivir y de protegerse y de moverse en este entorno hostil con más facilidad. En términos de género, ser mujer y vivir en la calle es de una enorme vulnerabilidad y, de hecho, hay estudios europeos, que demuestran que los índices de mortalidad son más altos en mujeres que en hombres. El hecho de estar en la calle multiplica por 7 la mortalidad en hombres y por 11 en mujeres.
A menudo vemos enfermedades en un grado de evolución que han llegado a un extremo y una situación de deterioro que, muchas veces, no queda más remedio que hacer medidas paliativas. Si esto se hubiera abordado en su momento, probablemente no hubiéramos llegado hasta aquí.

“Van al médico vía urgencias y muchas veces ya es demasiado tarde”

Estas personas, que son tan vulnerables, ¿cuándo van al médico?
Una persona sin techo no tiene una accesibilidad fácil al sistema sanitario por la vía convencional, sino que normalmente es gente que no consulta al médico y cuando lo hace es porque está muy mal. Y entonces lo hace a través del servicio de urgencias. Su conciencia de enfermedad asociada al dolor, por lo que si no hace daño no lo considera grave, y así quedan escondidas patologías crónicas, como la diabetes.

Los recursos de urgencias los utilizamos mal. Evidentemente que una persona sin techo que se encuentra mal y hace uso sufre problemas, pero el servicio de urgencias no es para eso. No tienen un nivel de educación sanitaria, con lo cual van al médico cuando están muy jodidos y normalmente van vía urgencias. Y muchas veces ya es demasiado tarde.

¿Cómo se podría llegar al grueso de personas que viven en la calle y que no van al médico?
Hay un problema de accesibilidad y un problema de recursos. Nuestro sistema sanitario lleva muchos años en situación de estrés y de sobrecarga. Se deben establecer estrategias a largo plazo, porque que las soluciones a corto plazo normalmente nos llevan a malgastar recursos. Sería necesario diseñar recursos sanitarios un poco a medida de sus características, de su situación, para intentar hacer un poco de tarea preventiva, de intentar mejorar el acceso a alguna atención sanitaria sin dejar que llegáramos a situaciones de deterioro.

Recuperar la dignidad como individuo, con unos derechos, no se hace de la noche a la mañana”

Cuando personas que están en la calle consiguen vivir en una habitación o en algún piso, ¿puede que afloren otros problemas o enfermedades que habían quedado escondidas?
Cuando una persona vive en la calle, su prioridad es la supervivencia, que no le roben sus cuatro pertenencias, que no la agredan, y eso quiere decir un planteamiento a corto plazo: yo he de sobrevivir, tengo que llegar a mañana por la mañana. Si, por emergencia, se ofrece a una persona un recurso de salida, para que no pase frío y duerma sobre un colchón, esa persona deja de ser un sin techo para seguir siendo un sin hogar. Ya no tiene que estar pendiente de que no le roben, de sufrir agresiones o de la exposición a otros riesgos, pero se puede dar la paradoja de que, al entrar en un recurso, como algunas carencias han quedado resueltas, salgan de otros que ya estaban pero que habían quedado escondidas porque había un problema mayor, que era la supervivencia del día a día.

Aunque mejoran la situación por el hecho de no dormir en la calle, ¿hay un periodo de adaptación?
Evidentemente que hay un periodo de adaptación. Las personas que viven en la calle sufren exclusión y son invisibles para la sociedad. Recuperarse como persona física y recuperar la dignidad como individuo con unos derechos, no se hace de la noche a la mañana.
Estamos hablando de personas que han pasado, con tiempo variables, mucho tiempo en la calle, han sufrido malos tratos de todo tipo, han tenido que adaptarse a una situación hostil y han sido gente maltratada. Hay gente que ha conseguido un piso y se ha puesto a dormir en el suelo del comedor.

¿Sentirse invisible puede hacer tanto daño como una enfermedad?
Es muy jodido estar en la calle y sentirte invisible y sentir que no importas a nadie y que tus derechos no existen, que no tienes derechos, que no eres una persona física. Si encima no tienes documentación ni tienes papeles, eres un apátrida, no eres nadie, lo único que haces es existir, pero no tienes nada más. No existes a las estadísticas, no eres un problema para nadie. Esto lleva a un grado de indignidad. Y recuperar eso es complicado.

Más información:

  • Lee el informe Vivir en la calle en Barcelona. Radiografía de una ciudad sin hogar, aquí la versión digital en catalán y aquí lo puedes descargar en pdf.

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