El mapeo colaborativo organizado por Arrels detecta 334 elementos arquitectónicos en Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat, que dificultan la vida en la calle de las personas sin hogar. La acción se ha llevado a cabo entre el 6 y el 19 de febrero gracias a la participación de 500 estudiantes que han localizado y fotografiado estas barreras para visibilizarlas en un mapa digital. El mapa sigue abierto para todas las personas que quieran colaborar.

En 312 puntos de Barcelona y 22 puntos de L’Hospitalet de Llobregat se han localizado elementos de arquitectura hostil que dificultan la vida en la calle de las personas sin hogar. Son 334 ejemplos detectados por los más de 500 alumnos que han participado en el primer mapeo colaborativo organizado por Arrels, entre el 6 y el 19 de febrero.

Portales blindados con rejas, bolas de hormigón en la entrada peatonal de párquines, escalones con pinchos en los escaparates de los comercios, bancos individuales en plazas y calles… son algunos de los ejemplos de la arquitectura defensiva que los jóvenes han localizado y fotografiado durante estos días.

Los y las jóvenes participantes, de entre 14 y 25 años procedentes 14 centros educativos de Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat, se han encargado de recorrer el entorno de sus institutos después de haber realizado un trabajo previo en el aula. Esto nos ha permitido recorrer gran parte de Barcelona, llegando a zonas nuevas como los distritos de Sarrià-Sant Gervasi, Horta-Guinardó o Sant Andreu, así como a los barrios de Hostafrancs y la Vila de Gràcia. También hemos podido mapear, por primera vez, barrios de L’Hospitalet de Llobregat como Centre y Sant Josep.

Los elementos localizados estos días se pueden consultar, marcados en color verde, en este mapa digital que Arrels creó en 2018 y que ya reflejaba algunos ejemplos. Actualmente, el mapa muestra actualmente 540 puntos en diferentes municipios catalanes. Cualquier persona puede colaborar geolocalizando un elemento hostil en su pueblo o ciudad, haciéndole una foto y publicando el punto concreto en el mapa colaborativo. ¡Aquí os explicamos cómo hacerlo!

 

¿Qué ha aprendido el alumnado?

“Antes de esta actividad yo no conocía qué era la arquitectura hostil; pensaba que era para evitar que se pusieran pájaros y perros. Ahora sé que es para evitar que las personas sin hogar puedan estar allí”, explica un alumno de la ESO del Colegio Sant Josep de Gràcia. La acción ha servido para que los jóvenes aprendan a mirar las calles de manera más crítica y también para despertar conciencias. “Ahora soy mucho más consciente de lo complicado que es para las personas sin hogar encontrar un lugar para poder pasar la noche al raso”, afirma un joven del mismo centro. “Este tipo de arquitectura se está extendiendo cada vez más sin que nos demos cuenta. Ahora que ya lo conocemos, tenemos que empatizar más con todas estas personas”, concluye otra compañera.

La propuesta educativa ha concluido con un trabajo de reflexión en las aulas. “Está muy mal hecho, es como un paso atrás. Al mismo tiempo, es un paso adelante hacia la exclusión social”, afirma una alumna de Integración Social del CEIR-ARCO Villaroel. Uno de sus compañeros añade: “No debería existir. Las personas tendrían que tener recursos para dormir dignamente bajo un techo”. Lourdes Casas, profesora del centro educativo, reflexiona: “Lo que más les ha sorprendido es la doble moral de muchas entidades, tanto públicas como privadas; ya que por un lado su finalidad es de carácter social, pero por otro utilizan elementos arquitectónicos en sus fachadas para evitar que las personas puedan acostarse”.

Desde el Instituto Salvador Seguí, valoran como muy enriquecedora esta experiencia porque el alumnado ha podido ver de primera mano contenidos que se han trabajado en el aula; esto les ha permitido cambiar su mirada sobre nuestras calles. Núria Cutando, profesora del Centre Comercial Català, añade que también les ha servido para concienciarse sobre la cantidad de obstáculos con los que se encuentran las personas sin hogar. Considera que ha sido una gran oportunidad para sensibilizar.

 

¿Qué proponemos desde Arrels?

La arquitectura hostil prolifera cada vez más en Barcelona y en los municipios del área metropolitana, siendo un reflejo de la criminalización que experimentan las personas que viven en la calle. “Hay que aceptar la pobreza, no como un problema estético sino como un problema de derechos humanos. La vida en la calle es muy dura de por sí, cuesta mucho encontrar tu lugar; y cuando se colocan este tipo de elementos, la persona tiene que empezar nuevamente desde cero”, afirma Ferran Busquets, director de Arrels. “Es necesario ofrecer estabilidad a las personas y cambiar estas barreras por más plazas de alojamiento”, añade.

La acción también ha estado abierta a la ciudadanía que ha querido colaborar fotografiando elementos hostiles presentes en sus barrios. Desde Arrels, queremos invitar a todo el mundo a seguir ampliando el mapa digital para visibilizar una práctica creciente y reivindicar ciudades amables, inclusivas y comprometidas con las personas más vulnerables.

 

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