Vivir en la calle quema, en verano y durante todo el año


Más posibilidades de sufrir insolaciones y quemaduras. Menos espacios donde cambiarse de ropa y comer. Más días de espera para acceder a servicios sociales. Menos lugares habilitados y con servicios básicos donde refugiarse. Más posibilidades de recibir multas y sanciones. Tener que vivir en la calle comporta riesgos para las personas durante todo el año, también en verano. Las elevadas temperaturas que se prevén para estos meses complicarán aún más el día a día de las personas que viven en la calle.

Más de 1.200 personas viven en la calle en Barcelona y están expuestas a riesgos durante todo el año: cubrir las necesidades básicas es un esfuerzo constante, sufrir violencia y situaciones arriesgadas es habitual y las bajas y las elevadas temperaturas dificultan todavía más el día a día. “Vivir en la calle puede ser más difícil en verano que en invierno”, dice Jose Luis, quien vive desde hace 16 años al raso. “Muchos servicios están cerrados y hasta septiembre no abren. Las duchas y las fuentes me las encuentro muchas veces cerradas por restricciones de agua y los vecinos y vecinas que me conocen se van de vacaciones”, explica.

 

Riesgos específicos derivados del calor

“En verano sufro el bochorno, el calor, la humedad… ¡Incluso una vez tuve una insolación! No me di cuenta y me quedé mucho de tiempo al sol. Me llevaron a urgencias”, relata Jose Luis. Con el calor, las personas van más cansadas. Muchas no se mueven del lugar que ocupan en la calle porque no encuentran fuerzas para hacerlo.

El equipo de calle de Arrels está atento a aquellas personas que pueden tener problemas de piel con el calor o sufrir otros impactos sobre su salud. La semana pasada, por ejemplo, detectamos dos casos de personas que habían sufrido quemaduras en buena parte del cuerpo. También hay personas que durante la noche, en verano, no duermen porque se sienten inseguras y, durante el día, descansan en la calle y sin darse cuenta se queman.

En el informe Vivir en la calle en Barcelona que hicimos en 2021, el 43% de las personas encuestadas decía tener algún problema de salud y una cuarta parte nos explicó que sufría alguna enfermedad crónica de hígado, riñones, corazón, estómago o pulmones. Hay una relación directa entre el tiempo de vida en la calle y el grado de enfermedades crónicas físicas, hasta el punto que el 42% de las personas que hace más de diez años que duermen en la calle sufren estas molestias. Además del riesgo de insolaciones y quemaduras, la exposición al calor excesivo y sostenido también puede comportar problemas de salud en las personas con patologías crónicas.

 

Sin un lugar donde ducharse o cambiarse de ropa

De media, una persona tiene que esperar una semana para poder acceder a servicios de ducha municipales; cuando ya está dentro del circuito, se puede duchar dos días a la semana. Con el calor del verano, esta necesidad se hace más evidente y para las personas comporta menos espacios para descansar y resguardarse del calor.

“Yo vengo aquí a Arrels y más o menos lo puedo resolver. Si veo que no es posible, me busco una fuente donde no haya gente y me limpio cuando no hay nadie. Todo está cerrado, hasta que no llegue septiembre no tenemos servicios”, dice Jose Luis.

 

Una atención social más lenta y costosa

“Las personas que viven en la calle tienen que esperar a que llegue septiembre para tener esperanza. Si durante el año ya es difícil conseguir acceso a recursos básicos y a atención social, durante los meses de verano todavía cuesta más. Esto hace que muchas personas se sientan más nerviosas”, afirma Giorgio Ossola, trabajador del centro abierto de Arrels y con experiencia de vida al raso.

Durante los meses de verano, la atención y los servicios que se ofrecen en los centros para personas sin hogar se suelen resentir porque parte de los trabajadores y trabajadoras están de vacaciones. Algunos servicios más pequeños – como comedores o servicios de ropero – tienen que cerrar unos días porque las personas voluntarias que habitualmente los gestionan tampoco están. “En general, acceder a los recursos es complicado porque hay menos y también porque, con las elevadas temperaturas, las personas que viven en la calle se mueven menos. Desplazarte de recurso en recurso se hace más difícil por el calor“, añade Giorgio.

 

¿Refugios climáticos para personas sin hogar?

El Ayuntamiento de Barcelona habilita desde hace unos años refugios climáticos que quieren garantizar espacios climatizados durante el día para la población que lo necesita; este año, son más de 200 puntos en toda la ciudad. No son, sin embargo, una alternativa para las personas que viven en la calle.

“En los espacios exteriores como parques y jardines hace calor durante el día y durante la noche y ponerte a la sombra cuando vives en la calle no te hace casi nada. En el caso de los espacios cerrados, como polideportivos, centros cívicos y bibliotecas, muchas veces no son una solución porque no están pensados para personas que viven en la calle y, por ejemplo, es complicado acceder con las pertenencias”, explica Verónica Beas, educadora social del equipo de calle de Arrels.

Los refugios climáticos abren durante el día, cuando las temperaturas son más elevadas. Pero durante la noche también hace calor y dormir en el suelo es complicado porque el asfalto desprende el calor acumulado durante el día.

 

Más expuestas a multas y sanciones

La ordenanza de civismo de la ciudad de Barcelona prohíbe dormir en la calle y sanciona prácticas como ducharse en las duchas de la playa, lavarse en una fuente o ir sin camiseta, entre otras. Cuando no tienes un hogar y no hay recursos públicos disponibles, no siempre es fácil no hacer alguna de estas acciones.

“Me han puesto multas por todo tipo de razones. Una vez me pararon por ir sin camiseta. Les dije que no tenía ni camisa ni camiseta, pero me pusieron la multa igualmente. Otra vez me estaba duchando cerca del MACBA, en un rincón escondido a las 8 de la mañana, y también me multaron. Les expliqué que no tenía otro lugar donde ducharme ni estaba haciendo nada malo, pero no hubo manera”, relata Gustavo, una persona que acompañamos desde Arrels y que vivió en la calle. En los últimos dos años (2021 y 2022), desde el servicio jurídico de Arrels hemos gestionado unos 140 expedientes por multas por la ordenanza de civismo.

 

Más allá del termómetro, necesitamos recursos durante todo el año

Durante el verano, las personas que viven en la calle afrontan muchos riesgos; también en invierno. Los riesgos, de hecho, están presentes todo el año. Por eso, no nos cansamos de decir que las soluciones temporales que se rigen por el termómetro palian la situación pero no la transforman, y que hacen falta políticas que miren a medio y largo plazo, más allá de las llamadas Operación Frío y Operación Calor.

Desde Arrels, mientras tanto, proponemos abrir espacios nocturnos en cada barrio, pequeños y que ofrezcan un lugar de protección rápido a las personas que viven en la calle en la ciudad. También pedimos habilitar más centros de día, de proximidad y en los cuales se ofrezcan servicios útiles, como duchas y consignas donde guardar las pertenencias, y donde las personas que viven en la calle puedan contactar con sus referentes sociales y buscar alternativas que miren más allá.

 

Más información

  • Si ves a una persona que vive en la calle, pregúntale cómo se encuentra y recomiéndale ir a lugares públicos climatizados. Si ves que no se encuentra bien, avisa al 112.
  • También nos puedes llamar a nuestro servicio de atención telefónica para que te orientemos. El teléfono es el 93 551 48 40 y puedes llamar de lunes a viernes, de 9:30h a 13:30h y de 16h a 19:30h.
  • ¿Quieres colaborar con nosotros? ¡Te explicamos algunas maneras de hacerlo!

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